En primer lugar quiero realizar un brindis al cielo, dedicando a mis padres mi modesta actuación. Estoy convencido de que habrán disfrutado una enormidad.

En segundo lugar quiero agradecer de corazón a todas aquellas personas que desde el principio confiaron en mí (jamás pude imaginar que pudiera presidir nuestra centenaria plaza de toros).A pesar de la responsabilidad que ello conlleva me he sentido muy dichoso, siendo para mí un real privilegio con el que he disfrutado muchísimo.

Centrándome en las funciones propias desarrolladas, tengo que confesar que la actividad que más me ha apasionado ha sido la tarea de reconocer los astados.

A medida que ha ido avanzando la temporada vas aprendiendo y disfrutando cada segundo, cada minuto… Hemos tenido mucha suerte con poder contar este año con los nuevos corrales, que te facilitan una visión más amplia y te garantiza una mayor fiabilidad a la hora de tomar decisiones.

Las relaciones con la empresa, apoderados, cuadrillas y ganaderos han sido muy cordiales. Hubo mucho diálogo y buen entendimiento con un único fin, VELAR POR NUESTRA FIESTA, pensando por y para el espectáculo y por supuesto pensando en LA AFICION.

El palco es otra historia, lo disfrutas igual pero con una gran diferencia, continuamente te amenaza la incertidumbre de lo que puede suceder ante miles de espectadores, teniendo que estar velando armas continuamente para poder tomar las decisiones adecuadas con el objetivo de ser lo más justo posible.

He intentado actuar como aficionado, manteniendo un equilibrio para no cruzar la raya del triunfalismo pero tampoco acercarme a la valla de la racanería. Es muy difícil mantener ese equilibrio con el objetivo de imprimir a NUESTRA PLAZA de esa categoría que le corresponde, pero sin desmerecer en ningún momento al público mayoritario
(potencial aficionado).

Quiero terminar agradeciendo a todo el personal de plaza por su acogida y buen hacer que me han hecho sentirme como en mi propia casa.

A mi equipo gubernativo y veterinario les agradezco en primer lugar la paciencia que han tenido con este novel y sobre todo las lecciones impartidas día a día que tanto me han ayudado para poder desarrollar mi cometido con la mayor dignidad posible.

Dejo para el final a mi compañera Olga (con la que he compartido toda esta aventura) y a nuestro “escudero “José Feria, el cual nos ha impartido diariamente no sólo lecciones taurinas sino también de humanidad que para mí han sido las más importantes y las que más me han servido.

Jesdús Neva Magrañal