Estimado, recordado y nunca bien ponderado D. Antonio.

Espero y deseo que al recibo de esta, se encuentre usted al menos en Paz.

Permítame que le escriba esta misiva y unas notas para recordarle como merece, lo que fue y a la postre lo que es, porque los toreros como usted nunca mueren.

Dicen que fue usted un matador de dinastía y pienso tras ver su trayectoria, que ese detalle es nimio después de lo excepcional que resultó su toreo.

Dicen que fue usted muy superficial, que le faltó hondura, dicen que fue elegante y poco más; pero los que dicen y no se cansan de decir, no quieren reconocer (quizás porque ellos sin son superficiales) que durante su vida mató usted cerca de 1.000 corridas de toros y que participó en 500 festivales benéficos, lo que supuso que ingresara en la Orden Civil de Beneficencia, por su labor altruista.

Tampoco saben decir que la elegancia estaba cimentada en un profundo sentir y en un aterciopelado sentido de la técnica, amen de su caballerosidad y compañerismo, fiel reflejo de humanidad y corazón, en suma, maestro en toda la extensión de la palabra.

Se preguntará porque le escribo desde El Puerto y porque en estos momentos......, muy fácil, fue usted el padrino de alternativa del torero portuense más importante que ha dado hasta el momento esta tierra de Maria de los Milagros, y además los que dicen, aseguran que ese 18 de julio de 1971, fue usted capaz de llegar al cúlmen de su prestancia y toreria, dando toda una clase magistral de bien torear.

Si les escribo ahora es porque se cumplen 25 años de su desaparición terrenal y además porque los que dicen no le hacen justicia aún, debido a la débil memoria y el agrio ser que poseen. ¿que curioso verdad? lo que no logran 3.000 toros lo consiguió una vaca de Pérez Tabernero, ¿querrá ello decir algo?

Los que dicen, se escandalizan al oír y tener constancia de esta carta, porque como siempre achacarán la corta edad del que firma, sin pensar los pobres, que el toreo se lleva en los genes y en la sangre y se percibe con los sentidos, no con la vista y las canas.

De todas maneras Maestro, sea Bienvenida, Antonio, su muerte, si al final se logra conseguir con ella que los que dicen se enteren de una vez por todas, del riesgo y de la grandeza de la Fiesta de Toros.

Esté donde esté, reciba un cordial saludo y un abrazo sincero.

Muy atentamente.

Paco Moreno
Octubre 2.000