En esta sociedad que camina entre dos signos, por desgracia se conjuga más y tiene más valor social el verbo tener que el verbo ser, por ello me sigue fascinado como unos críos se endiosan y emprenden el duro camino de ser figuras del toreo; por si algunos no lo saben se denominan novilleros.

Si se dan cuenta, quieren ser antes que tener, aunque sin menos cabo que cuando sean tendrán unos pocos aficionados, y la masa de espectadores continúan ignorando los escalafones inferiores y les dan de lado, solo los atrae los grandes nombres y las grandes citas, por eso decidí hace tiempo promocionar esta inigualable fiesta desde sus raíces, desde su historia y desde esos incipientes matadores.

Por todo ello, sigo sosteniendo que es tan difícil ser aficionado cabal, como ser torero, ambos necesitan dosis de sacrificio, deben ilusionarse día tras día, pierden amigos por el camino, etc. etc., la diferencia, abismal por supuesto, es que el que pretende ser figura se juega la vida, y el que intenta ser buen aficionado, se deja la buena vida en ello.

Desde la prensa, desde la televisión, desde la radio, desde mi militancia de aficionado peñista y desde cualquier tribuna de opinión, continuo intentado explicar que es la fiesta y como la entiendo, creo que ese es el camino, aunque a veces intente como los novilleros, el dejarlo y cambiar el carnet o mandarlo todo al desolladero.

Persisto en soñar con una fiesta mejor, de menos envidia, menos vanidad y menos falsedad, una fiesta auténtica sin tanto pensar en el dinero.... me podéis llamar soñador, pero quizás no sea el único, y esa es la esperanza del apasionado por esta tragicomedia de caireles, miedos y grandeza.

Pienso que quizás he nacido en un tiempo que no me corresponde, porque lo que veo a mi alrededor, dentro de esta magia torera, es todo falsedad, hipocrecia y fanatismo económico. Me podéis llamar soñador, pero lo prefiero antes que antes que me llaméis traidor, traidor de ideas, pensamientos y de posturas ante un apasionamiento como el que describo. Prefiero alimentar el alma y el ser, antes de vitaminar el cuerpo y la cuenta corriente.

Me podéis llamar soñador, pero en la fiesta, y sobre todo en El Puerto, sigue haciendo falta gente que aporte y no miserables que vienen a llevarse.

Lo repito, me podéis llamar soñador, o tal vez majaron, pero son mis convicciones, las que me han enseñado y las que he aprendido; el problema es que me da la sensación de predicar en el desierto. Un desierto por contra lleno de mangantes, abraza-farolas, hipócritas y de charlatanes de feria, amén de muros que cuesta derribar

Todo este mogollón de personajíllos presentan una fiesta distinta, claro esta, en beneficio propio; me da pena, porque continúan jugando a ser Dios, sin darse cuenta que solo son humanos con alma, sucia pero alma.

Ser torero, lo repito una vez más, es una forma de pasar, de ser y entender la vida, los demás son patrañas de esta sociedad consumista. Nuevamente lo digo me sigue fascinando quien desea ser torero, renunciando a tanto, en mi locura y fascinación, algunas veces me asaltan las dudas de hasta quien soy, por si acaso se me olvida, recuerden que soy, y que no tengo........ me llaman para bien o para mal...... Paco Moreno.

Paco Moreno
Febrero 2001